domingo, 26 de junio de 2011

Rosita la Niña Cometa


Érase una vez que en una lejana galaxia existía un extraño sistema planetario, compuesto por cinco pequeños planetas. Era uno de estos el hogar de Rosita.


Era este el planeta de la cotidianidad, donde el trabajo, los estudios, algunas amistades, así como la familia y algunas otras cosas, componían la rutina diaria de Rosita.

Pero Rosita no se conformaba con realizar sólo esta actividades y por las noches miraba con curiosidad al cielo tratando de observar algo que la ayudara a conocer cosas de los otros planetas, tratando de imaginarse cómo serían sus habitantes (si es que estaban habitados estos planetas).

Ah...! pero un momento, se me estaba olvidando contarles quien es Rosita; Ella es uno de esos seres donde se conjugan los más contradictorios sentimientos, para explicarles de mejor manera les voy a citar varios ejemplos: tenía la más hermosa valentía que pudiera existir, pero en muchas ocasiones,  solía ser presa de los más inofensivos temores y estos miedos le hacían salir huyendo despavorida a ocultarse en su refugio desde donde lanzaba crueles flechitas al corazón de todo lo que le asustara.

Pero aunque se asustaba con cierta frecuencia, ella amaba el ser libre y cuando lograba deshacerse de sus miedos, corría y saltaba por los bosques y los parques impulsada por su tierna alegría.

Y así vivía Rosita los días de su cotidianidad; a veces huyendo aterrorizada, a veces saltando de alegría, a veces oculta en su refugio, a veces tan libre como su sonrisa, a veces amando, a veces triste y solitaria, a veces rodeada de amigos y felicidad.

Bueno, basta de hablar de Rosita, si no van a creer que tengo algo con ella y créanme que no es así, puesto que ella vive en una lejana galaxia y yo sólo puedo verla desde mi telescopio las noches en que la luna ilumina esa parte del espacio donde ella habita, así que mucho cuidado con un malentendido.

Como les estaba contando, Rosita sentía mucha curiosidad por los otros planetas que la rodeaban y un buen día decidió visitar el planeta que tenía más cerca, era este el planeta Amor.

En el planeta AMOR Rosita conoció a Rodrigo; un ser inteligente y romántico del cual quedó prendada y así, decidió quedarse a vivir allí con Rodrigo.

Pasó algún tiempo y todos los días eran de amor... amor en el desayuno, en el almuerzo, la merienda y la cena, amor los fines de semana, los días feriados y los días hábiles también, amor en el cielo y en la tierra, amor, amor, amor, amor...

Y Rosita quedó atrapada en la rutina del amor, que no era del todo mala, pero... mucho dulce a veces empalaga y entonces Rosita quiso explorar el resto de los planetas que quedaban, no sin antes decirle a Rodrigo que volvería.

Y llegó Rosita al PLANETA DE LAS CONVERSACIONES INTERESANTES, donde se encontró con un ser amable y tierno, si mal no recuerdo su nombre era Héctor.
Y así pasó Rosita varios días conversando y riendo con Héctor, cuyas palabras siempre reconfortaban a Rosita.

A Rosita le encantaban la amabilidad y el conocimiento de Héctor, pues la llenaban de sosiego y seguridad. Pero tanto sosiego y tanta seguridad terminaron por aburrir un tanto a Rosita.
Y siguió Rosita su viaje hacia otro planeta, al despedirse de Héctor, le prometió que pronto vendría a verle de nuevo.

Llegó Rosita al tercer planeta, era este EL PLANETA DE LA AVENTURA.
Este planeta era gobernado por un niño muy travieso, que jugaba y saltaba todo el día, tenía también por pasatiempo, tocar un pequeño instrumento de viento y escribir poesías a todo cuanto le rodeaba; aves, cielo, nubes, rosas y así a todo cuanto veía.

En realidad el gobernante de aquel planeta no era un niño; era un hombre que se negaba a crecer entre aventura y aventura (muchas de ellas muy peligrosas) era su nombre Miguel.

Cuando Rosita llegó al EL PLANETA DE LA AVENTURA, se quedó sorprendida por la cantidad de bosques y montañas que habían para explorar y aparte de esto, las miles de cosas nuevas y desconocidas que allí existían (esto le causó cierto temor).

Cuando se encontró con Miguel, este la invitó inmediatamente a explorar los bosques, a experimentar cosas nuevas y a realizar cosas que ella nunca imaginó que haría.

Y pasaron días intensos conociendo cosas nunca antes vistas por Rosita, sin rutinas, ni horarios. Pero Rosita también se cansó de tantas aventuras y siguió su camino hacia el último de los cinco planetas de aquel sistema planetario, pero antes le prometió a Miguel que pronto volvería.



Así llegó Rosita al quinto planeta: EL PLANETA DEL COMPROMISO; planeta donde habitaban las ilusiones, las utopías, las transformaciones necesarias y así muchas otras de esas cosas con que se sostiene una idealista forma de vivir.

A ese planeta concurrían religiosamente Rodrigo, Héctor y Miguel. Rosita quedó muy sorprendida al verlos a todos allí reunidos, pero algo extraño pasaba; ninguno de ellos parecía reconocerla y por más que rosita intentó hacerles recordar, ninguno de ellos logró reconocerla, parecía que al llegar al PLANETA DEL COMPROMISO, todos se olvidaban de su cotidianidad para dar paso a la ardua tarea de la transformación del universo.

Pero todos fueron muy amable con Rosita y le mostraron qué era lo que hacían allí; le explicaron que en ese pequeño sistema penta-planetario, carecían de sol porque los poderosos planetas de la galaxia vecina, valiéndose de sus avanzadas tecnologías, se habían apoderado de toda la luz solar y apenas dejaban colar unos tenues hasta los planetas más pequeños y menos avanzados y también muchas otras riquezas habían sido arrebatadas por los gobernantes de aquellos poderosos planetas para su propio provecho, sumiendo a sus propios habitantes a la más oscura miseria. al igual que a los planetas de aquel pequeño sistema planetario.

Al enterarse de todo aquello, Rosita juró que en adelante siempre iría a participar en EL PLANETA DEL COMPROMISO y que pondría todo su ser, para luchar contra esa injusta distribución de la luz del sol y de los otros recursos del universo.

Y así volvió Rosita a su planeta de origen, donde contó a todos las experiencias que había vivido en los otros planetas.
Y mientras contaba de rodrigo y el amor, Héctor y el conocimiento y Miguel y lo desconocido, sintió nostalgia por ellos y recordó su promesa de verlos nuevamente y cual cometa, voló pasando por todos los planetas de aquel pequeño sistema viviendo y conociendo nuevas experiencias.

Hasta que un día, estando en el tercero de los planetas, Miguel la invitó al bosque de los sueños (de donde sólo él sabia salir) .
Y allí vieron las cosas más maravillosas que existían y corrieron y cayeron y rieron. Pero miguel, a sabiendas que sólo él conocía el camino, dejo que Rosita guiara el regreso (una ingenua maniobra para mantenerla a su lado) pero ella se preocupó tanto por no poder salir, que se puso muy triste y Miguel al verla tan consternada decidió sacarla del bosque de los sueños, pero ya se había hecho muy tarde y la llevo hasta su cama mágica para así protegerla de las hadas nocturnas de aquel bosque.

Miguel había descubierto algo que no existía en su planeta, era un sentimiento que nada podía explicar, un torbellino de contradicciones que podían confundir hasta al más sabio de los árboles, una profunda ansiedad como preludio de felicidad, un vacío que se llenaba y luego se volvía a vaciar y así constantemente, un extraño magnetismo que hipnotizaba cada uno de los poros de su piel y los conducían irremediablemente hacia ella. Ante la fuerza de tal descubrimiento, no pudo más que con un abrazo tierno y profundo y en un soplo de susurros, decirle todo cuanto sentía.

Pero ella ya se había ocultado en su refugio y aunque no lanzaba al corazón de él, aquellas flechitas envenenadas, lograba eludir todos los intentos de Miguel por hacer que saliera de su escondite.
Aquella contienda duró toda la noche, Miguel concentró todas sus fuerzas para convocar a Rosita a un lugar sin muros y sin temores, y le hablo tiernamente esperando ahuyentar los miedos que la hacían  mantenerse oculta en su refugio:

-Sólo te ofrezco, Rosita, todo mi mundo, que aunque desconocido e inexplorado, es hermoso y en él, podremos construir todas las utopías que soñamos.

Pero ella eludió hábilmente aquel ataque:

-Miguel, mi paso por tu planeta es sólo una de las paradas de mi viaje y las bellezas que aquí hay y todo lo que he compartido contigo, es sólo una de las partes de mi vida, debo seguir mi vuelo para así conseguir las otras partes que me faltan.

Él comprendió su situación, pero aún así, hizo un último y desesperado intento:

-Sí, lo sé, te has convertido en un cometa que cual tierna abejita, pasas por todos los planetas recogiendo todo lo dulce que hay en nosotros. Pero yo más que brindarte lo dulce que hay en mi planeta, quiero compartir contigo, la aventura de construir nuestros anhelos, quiero saberte compañera de mis sueños, pero no apresar tu vuelo pues es tu libertad la que me embriaga. Quiero, también, compartir tus vuelos, tus temores y tus sombras, aunque sé que en el fondo no es eso lo que buscas o si lo buscas, no es a mi lado.
Es tu vuelo goce individual y si lo compartes, crees que el peso de mis sueños no te dejarán alzar el vuelo, aún  así, quiero proponerte que dejes viajar mi recuerdo de pasajero en tu alma.

Pero ella no cedió, pues temía perder la libertad que le proporcionaba ser un cometa y no conocía otra forma de ser libre:

Miguel, un cometa es tal por su vuelo solitario, para viajar con tu recuerdo en mi alma deberé dejar de ser cometa.

Y Miguel al ver perdida la batalla, cayó rendido, ya desfallecido por tanta y tan feroz lucha.

Al despertar ya se encontraba solo, aquel cometa se había marchado y algo muy dentro de él, sabía que tardaría mucho tiempo en volverla a ver, y absorto en su tristeza, se internó en el bosque de los sueños para recordarla.

Y allá a lo lejos, donde la última constelación apenas brilla, en esas noches de luna llena, logro ver a aquel sistema penta-planetario que ahora tiene un pequeño cometa, que va cual laboriosa abejita, de planeta en planeta llevando y trayendo cosas lindas y maravillosas.

Pero en uno de esos planetas, el cometa suele pasar muy de prisa y a veces suele no detenerse, es en el tercer planeta, cuyo pequeño gobernante, ya casi no sale de su encierro en el bosque de los sueños, sólo se le ve cuando se cumple el ciclo de visita del cometa, es entonces cuando coloca, en un lugar bastante alto, todas las cosas bellas que ha recolectado para ella, entonces para no ahuyentarla, se oculta y desde allí la ve llegar a recoger todo lo que él le ha traído. Y con los ojos llenos de nostalgia por aquellos días en que jugaban y reían felices, Miguel sueña con el día en que Rosita logre derribar los muros de sus temores, para que así puedan volver a encontrarse en la hermosa aventura que es la vida.

Supongo que si esto no pasa, él terminará enamorándose de alguna de las hadas de su bosque y entonces volverá a saltar feliz haciendo nuevas aventuras.

Mientras tanto, desde el espacio se puede ver un mensaje escrito en la superficie del tercer planeta:

“Sólo me queda el sueño de tenerte y un bosque para soñarte”
              Miguel. 
 

LIBÉRATE DE TU ÓRBITA Y PERNOCTA PARA SIEMPRE 

EN MI BOSQUE DE SUEÑOS...

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