viernes, 15 de julio de 2011

R EL ACOSADO




Llegó cansado de manejar y se acostó sucio en la cama, jah ella no estaba; nadie podría quejarse, ninguna fuerza de oposición lo haría desgastarse en argumentos con los cuales establecer la factibilidad o idoneidad de algo, simplemente hacer las cosas y ya. Ella no estaba; la cosas podían ser de cualquier forma, sólo tenía que acostarse y ya.

Se levantó de un salto al recordar aquel asunto que tenía pendiente, se acercó a un destartalado escaparate (herencia de una tataratíabuela de sus hijos) y  sacó una computadora portátil, que se mimetizaba muy bien con aquel lugar de donde ha sido sacada. Hizo todos los procedimientos (y demás rituales) para encenderla y conectarse a Internet y fue directamente a revisar su correo; esperaba con ansias una respuesta.

Sí, efectivamente allí estaba su mensaje con la respuesta esperada, aquella que le daba todo el espacio para que él le contara su historia de esos últimos años en los que no se habían visto. Él le hizo un relato breve (muy sintetizado) resaltando las cosas buenas y agradables que le habían pasado en todo ese tiempo transcurrido.

Había cosas de las que no quería hablarle, como los problemas que ahora estaba atravesando su relación debido a un a situación de conflicto permanente, que lo tenía desgastado al límite.

No quería empañar aquel feliz reencuentro; aquella persona había llegado de nuevo a su vida, con toda esa esencia con la que solía inundar cada fragmento de lo que rozaba, con esa sonrisa con la que acariciaba la el alma a través de la mirada y esa voz dulce y suave, como una melodía que se deslizaba sutilmente desde esos labios que evocaban el sabor de las mejores uvas.


Una estampida de recuerdos le hizo colapsar la melancolía y una feroz alegría le revoloteó el pecho, haciendo emerger un tipo de euforia que hacía ya tiempo había desistido en sentir. Una ebullición, su cuerpo era una ebullición.

Aquella persona era una brisa, un toque sutil de la vida, que llegaba justo en el momento en que algo en su vida estaba por definirse, justo al borde de una situación cuyo desenlace nadie podía prever.

Pero quería saberla, era algo que su alma exigía; pero sabía que era una pulsión irrealizable, como cuando de pronto sintonizas una emisora de radio que está poniendo esa canción que tanto amas y desde la radio emerge un sonido que te arrulla el corazón, pero tienes algo pendiente  que te obliga a dejar de oírla.  

Sabía que aunque solo se tratase de una profunda y hermosa amistad, no sería admitida ningún tipo de relación con ella, so pena de conflictos más terribles y más demoledores, que los que ya había vivido.  Necesitar con el alma, volver a percibirla y encontrarse en esa situación de incertidumbre, dividió su psique en varios trozos:

Estaba la parte que sentía que aquella llegada tenía que tener (y valga la redundancia) algún significado, ¿cuánto tiempo la buscó, trató de saber de ella y no logró  encontrarla?    Y ahora era ella quien llegaba sin ningún preludio, que previniera a sus oídos del sónico estallido del recuerdo de su voz.

Por otra parte se encontraba, aquel malogrado intento de salvar a su familia, de reconstruir el sueño pulverizado de un hogar feliz, no sabía si estaba reincidiendo o reintentando, dudaba terriblemente de la factibilidad de aquella empresa, en la que estaban empeñadas tantas ilusiones.

Decidió contárselo todo a aquella persona que tanto quería, pues a pesar del tiempo transcurrido, confiaba ciegamente en esa transparencia que su ser irradiaba, total, sólo había algo que podía suceder: que aquella persona tomara una distancia sana y prudencial de aquella crítica situación, aunque le quisiera ayudar, con su voz serena y cálida, a lograr un desenlace armonioso y feliz de todo aquello.

El resto de la historia es un poco incómoda de contar (aunque sí les diré que me expulsaron de la red social donde me “reencontré” con ella) ah… se me olvidaba decirles que hay un error de tipeo en el título.


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