martes, 24 de febrero de 2015

El dormido


Ah esta cama es tan suave que provoca quedarse aquí por lo menos diez minutos más. ¿Qué pensará el universo si le quito diez minutos para estar aquí?, aunque el verdadero placer no es estar aquí acostado, el verdadero placer es saber que No lo debería estar haciendo. El verdadero placer está en cómo voy anulando poco a poco el sentido de la responsabilidad; uno a uno voy diluyendo en una atmósfera autocomplaciente, a todos esas convicciones sociales que siempre me obligan a hacer cosas que no quiero hacer. Pero hoy va a ser distinto; esta vez iré desactivando cada uno de esos elementos programadores, hasta que no haya ninguna otra causa para levantarme de esta cama que no sea mi propia voluntad.

Y es que esta cama está tan rica y el aire friíto, que es ahora o nunca; este es le momento preciso de hacerlo desde este momento no hay vuelta a tras, seré el dormido y nadie podrá hacerme despertar a menos que yo lo decida.

Comenzaré poco a poco; en diez minutos tengo que levantarme. Si no me levanto en diez minutos, me voy a meter en un buen lío en el trabajo y todos van a llegar tarde a todas partes. (Ya han pasado tres minutos) En siete minutos debo levantarme, de lo contrario causaré un verdadero desastre. ¿Pero y entonces y mi voluntad qué papel juega en todo esto?. (Faltan dos minutos) Mejor me paro y me dejo de vainas.

Mi voluntad tendrá que esperar, la he hecho esperar tanto que ya no sé si aún existe, si se ha atrofiado o si aún puede impulsarme. Mi voluntad sería quedarme aquí. (Falta un minuto) En está cama tan rica y calentita, ojalá fuera domingo primero de mayo. (Ya es la hora) Bueno, por lo menos cinco minutos más, por cinco minutos no se ha muerto nadie y además el calorcito de la cobija me da un relax tal, que cinco minutos más, se agradecen.

Mi voluntad es estar aquí en este calorcito rico, mi voluntad son estos cinco minutos de gloria, cinco minutos de placer ilimitado, porque ninguna norma más que mi voluntad guía mis actos por lo menos por los siguientes cinco minutos; cada segundo que pasa es un segundo preciado que quedará grabado para siempre en mi psique como el ejercicio de la plenitud de mi ser.

Se siente el poder, la energía, se siente flotar en un campo magnético que hace que todo lo que deseo se materialice, siento que puedo volar, pero es muy difícil; no sólo depende del impulso, sino de tu capacidad de maniobra y control de velocidad y dirección. Es algo muy intenso, sobre todo cuando hay que resistir la turbulencia y los cambios climáticos.

¿Qué hora es? (8:00 Am.) !Me quedé dormido¡.

Me imagino que mi esposa no quiso despertarme, tal vez le dio lástima porque ayer llegué tarde del trabajo, bueno déjame levantarme y llamar para la oficina para avisar que estoy enfermo y voy a llegar tarde.  “Hecho el  loco”  cumplí mi voluntad.

Es extraño, siento que estoy dentro de mi cuerpo, pero no logro hacer contacto con mi lado de afuera; no logro ver nada hacia afuera, ni sentir lo que siente mi piel, ni lo que prueba mi boca y menos aún percibir los aromas.

Debo estar aislado en algún rincón de mi psique, atrapado por lo que sea que se haya apoderado de mi voluntad y cuando quise hacer uso consciente de ella, me debe haber relegado a este rincón y debe haber asumido el control absoluto de mi ser.

Me imagino que ahora soy una idea, un pensamiento prohibido, una forma de percibir la realidad que ha sido desplazada como sistema de referencias. Pero no pueden extinguirme, porque al hacerlo extinguirán el ser y no van a tener a quien controlar.

Soy una idea o un conjunto de ideas, pero a la vez soy capaz de pensarme, soy un pensamiento autopensado, es decir que seré lo que decida ser o pensar ser.
Primero necesito saber qué está pasando afuera de mí; debo hacer contacto con el nervio óptico y con el resto de la corteza cerebral que controla los órganos de percepción de mi cuerpo, en función de ir restableciendo la comunicación con estos.

No tengo la menor idea de cómo desplazarme en este plano, mi racionalidad desconoce cómo desenvolverse aquí; me pienso como un electrón pero siempre quedo atrapado en alguna órbita, he tratado de ser un virus pero los virus no piensan, sólo transmiten información y el cuerpo reacciona a esto, por lo que es muy arriesgado.

He pensado en ir reconstruyendo con ideas, una realidad donde recupere el control sobre mi yo externo. Debo crear el arriba y el abajo por donde voy a pasar, todo cuanto aparezca habrá sido pensado por mí; seré mi propio destino y mi propio dios.

Es como una especie de aventura espeleológica donde debes caminar hacia el lugar menos oscuro, de esa forma la luz se va haciendo cada vez mas presente, hasta que logras ver el exterior y con ello, vuelven los sentidos. Sí volvemos a sentir, pero sin control sobre ello (¿será así o estaré creando la situación de esa forma?).

Puedo oír lo que dicen de mí, tanto mis compañeros del trabajo como mis amigos y mi familia. Todos creen que soy un ser sin voluntad, que me dejo atropellar por quienes creo superiores y trato de aprovecharme de los que creo inferiores. Todos creen que no tengo creatividad ni credibilidad; mi ser exterior ha caído en la mayor decadencia existencial de toda mi vida.

Quien controla mi yo externo me ha condenado al escarnio público, convirtiéndome en un maniquí que adula a sus jefes para luego no hacer nada y crear el ambiente propicio para distorsionar el sistema de relaciones de modo que todos los demás sean como mi yo externo; un maniquí sin voluntad, ni creatividad y mucho menos compromiso (que no sea adular al jefe).

No sabía que la cosa estaba tan mal, todos me miran como si tuviera algo contagioso, nadie quiere verse como yo. Quien está controlando mi yo externo no pensó en esto; nadie quiere verse como un arrastrado sin voluntad ni espíritu, por el contrario todos quieren sentir su influencia sobre una realidad  de todos...

¡Mira mijito...! ¿tú no piensas ir al trabajo hoy?

¡Ay! Mi amor, menos mal que me despertaste; tuve un sueño realmente apestoso.
Yo no sé por qué me da por soñar cosas así.


NIF